“Hoy las personas de 50 años no son iguales a como eran hace 20 o 30 años atrás. Tener esa edad es tener una nueva forma de vida: moderna, independiente, activa. Un nuevo rol y un nuevo lugar en la vida donde se privilegia el tiempo libre por sobre las obligaciones, dueños de una abuelidad que no gira en torno a sus nietos sino que acompaña, y que es libre de decir que ‘no’, si el cuidado de sus nietos se superpone con alguna de sus actividades. Las expectativas acerca de cómo debe ser alguien de 50 años han cambiado rotundamente, los adultos ya no son abuelos solamente. Son personas muy activas, que se reencuentran con nuevas parejas en el amor, que tienen relaciones sexuales placenteras, que trabajan, viajan, estudian una segunda carrera, se vinculan con otros, utilizan la tecnología y las redes sociales: personas que disfrutan de la plenitud de su edad”. A partir de esas premisas, las voces de los expertos son amplias, pero se centran en que no es lo mismo un divorcio en la adultez en la actualidad, que uno de hace medio siglo. “Ahora es todo más flexible, consciente y menos prejuicioso”, coinciden.
“En mi consultorio siempre menciono y resalto la importancia de pensar a las crisis del desarrollo vital como una verdadera oportunidad de superarse, aprender y resignificar la vida sin dramatizar, para poder capitalizar lo aprendido a lo largo de los años y darle un nuevo sentido a aquello que vendrá”, sostien e la licenciada Mariana Kersz, psicóloga y sexóloga (MN 59610).
NUEVOS DESAFÍOS
“A mis 55, me vi viviendo sola en un departamento de tres ambientes; sin nadie que me pidiera algo 24/7; sin nadie con quien conversar durante la cena o a quien decirle buen día al despertar. Mis hijos ya están casados. Descubrí que el divorcio te enfrenta a vos misma; a quien sos realmente despojada de todo y todos. Yo tenía un muy buen pasar, una casa enorme con piscina. Hoy todo eso quedó atrás. A esta edad, soy esto. Y estoy muy orgullosa de que así sea. Pude reencontrarme con quien soy realmente. Una madre presente; una abuela divertida. Una mina grande que va al gimnasio de adultos; que se junta con sus amigas a tomar el té... que es libre.
Lo económico, el bienestar, va y viene. Lo importante es ser feliz y ahora lo soy plenamente”, dice Maria Laura, a dos años y medio de su separación.
“A todos nos gustaría que las rupturas, ya sean sentimentales, familiares, profesionales o de cualquier otra índole, fueran un corte repentino y limpio, pero en realidad son un desgarro constante, un largo trabajo íntimo de liberación, de distanciamiento y de apaciguamiento afectivo. A menudo tenemos la sensación de no ser quienes somos, de estar interpretando un papel al margen de nuestra propia vida, como si hubiese una cortina de niebla que la vuelve sosa, insípida, anodina. Las rupturas sacan a flote este yo interior y crean las condiciones necesarias para la aparición y la realización de nuestra propia identidad”. La filósofa Claire Marin explora en su audiolibro “Rupturas” las diferentes situaciones las que podemos vernos expuestos y nos muestra cómo podemos convertirlas en un revulsivo con el que reinventar nuestra vida.
“Porque ya sean voluntarias o involuntarias, trágicas o alegres, visibles o invisibles, las rupturas marcan nuestra existencia, nos transforman y nos desafían a explorarnos profundamente. Por eso, es importante que aprendamos a aplacar la violencia de los sentimientos que suscitan las rupturas en nuestro interior, tolerarlos como efecto inevitable y controlarlos progresivamente para asumir nuestra propia identidad. Es decir, para salir de ellas siendo más fuertes”, afirma la autora.
“Hacia los 50 años en general la vida está medianamente resuelta en varios aspectos. La hipoteca está relativamente al día, los hijos ya están grandes y muchas veces independizados, hay menos estrés laboral porque ya no existe la presión de establecerse económicamente, con lo cual el tiempo es para disfrutarlo. Esta mirada optimista es la que genera la capacidad de disfrutar sin presiones, así, encontramos hombres y mujeres de 50 años con muchísima energía y vitalidad, lejos, lejísimo del patrón de comportamiento que seguían nuestros abuelos, por ejemplo. Hoy tener medio siglo es sinónimo de una nueva vida, más experiencia, más plenitud. Por eso encontramos tantas personas de 50 años que toman el desafío de ingresar a una segunda carrera, de viajar por el mundo, de expandirse profesionalmente, de impulsar un nuevo negocio, de dejar a la pareja de toda la vida y comenzar de cero, etc.”, resume Kersz.
¿Quiénes suelen estar más preparados y abocados para conseguir una nueva pareja en lo inmediato? ¿Estas mujeres o estos hombres? ¿Por qué? “Hoy a los 50 años, ya no se está pensando en ir el sábado al club a jugar a las cartas o al tejo, sino en ir al gimnasio o juntarse con amigos. También hay un especial interés desde la medicina en alargar el tiempo de envejecimiento y acortar la vejez. Esta mirada positiva sobre el envejecimiento tiene que ver también con la posibilidad de acceso a nuevas tecnologías, a un mercado de consumo que se dedica específicamente a mantener ‘en forma’ a estos adultos jóvenes, a priorizar la salud y el cuidado del cuerpo y también a una industria farmacéuticacosmética que batalla contra el paso del tiempo ya desde un lugar no tan artificial de no envejecer, sin la premisa de parecer más joven, sino de disfrutar y aceptar las cosas posibles que tienen los 50 años”, coinciden psicólogos y sociólogos.
“En el consultorio veo tanto a hombres como a mujeres mayores de 50 años que logran divorciarse y reconstruir su vida amorosa en el corto y mediano plazo, y aparece una diferencia: los hombres disfrutan más tiempo de la soltería y conocen a mayor cantidad de parejas eventuales con las que únicamente tienen relaciones sexuales, que el promedio de las mujeres de la misma edad. Quizás los hombres le den más importancia a la apariencia física y el sexo eventual, como un modo de divertirse y pasarla bien, mientras que las mujeres priorizan el bienestar emocional, una buena charla, la diversión y momentos espontáneos que no tienen necesariamente que ver con lo sexual, sino con la sensualidad y el permitirse ser seducidas nuevamente”, dicen.
EL AMOR EN LAS REDES
Las redes sociales llegaron para quedarse, y así como modificaron la forma de buscar trabajo, de encontrar recetas de cocina, de reírnos y hasta de conocer el mundo, también llegaron para cambiar el modo de relacionarnos. Por un lado, desde una mirada positiva, porque permiten tener comunicación instantánea que permite compartir sentimientos o emociones, ponerse en contacto con amigos y conocidos abriendo la red social real y permitiendo nuevos vínculos e incluso los foros que hacen que se reúnan desconocidos con los que se compartan intereses en común.
Para estas personas mayores de 50 años las redes sociales y las apps también facilitan el intercambio laboral, lo cual permite que puedan buscar trabajo y sentirse más seguros armando el cv en línea o evaluando para qué puestos desean presentarse. Además, una gran ventaja es el entretenimiento y la información al instante según sus intereses concretos. Sin embargo las redes sociales tienen también, para los mayores de 50, algunas desventajas que pueden afectar a quienes se sienten solos (aun estando en pareja): la propia inseguridad y la falta de confianza en sí mismos pueden generar que una persona entristezca observando la felicidad ajena, sintiéndose más desdichado. Sentirse más aislado porque no tiene “material” para compartir en las redes sociales, lo que puede hacer que se sienta más retraído e infeliz al respecto.
“Se trata de una generación llamada ‘inmigrante digital’, estas personas de más de 50 años han pasado del teléfono analógico al digital, de la televisión blanco y negro a la tv color, y vieron el nacimiento de internet y sus increíbles avances a lo largo de los años. Pero en general, sus modelos vinculares son los mismos que hace 50 años atrás, con algunas modificaciones y “permisos” para aggiornarse, pero con dificultades para pensar en el amor líquido. Posiblemente la adultez viene acompañada de un mayor nivel de madurez emocional, donde prima la racionalidad y se podría distinguir con más claridad si es una relación que pueda o no prosperar en el tiempo, dadas las experiencias de vida de cada uno. En este sentido quizás estos adultos tengan mejores herramientas de manejo emocional de la situación que los más jóvenes, porque tienen ya resueltas diferentes etapas del propio ciclo vital: la situación laboral, la carrera realizada, ya no tienen que cuidar y criar hijos, etc., lo que permite definir mejor qué tipo de vínculo están buscando y de qué manera darle continuidad”.
“Se trata de una edad bisagra, donde muchas de las obligaciones de la vida ya están resueltas: los hijos son grandes y generalmente ya no viven en casa, la carrera está realizada, los compromisos laborales son estables, la hipoteca está paga, es decir que se abren posibilidades de seguir adelante desde un lugar diferente en la vida donde quizás por primera vez se siga sintiendo una gran energía vital y a la vez, los grandes problemas de los primeros 30 o 40 años ya están resueltos o prácticamente encaminados, con lo cual hay mayor tiempo libre para el disfrute y el ocio. En una persona de esta edad que está recientemente separada lo ideal es poder reencontrarse primero a sí mismo, redescubrirse ahora en este nuevo estado, con un nuevo cuerpo, con nuevas expectativas y sin tantas presiones (familiares, laborales, sociales) y permitirse con el tiempo y muy de a poco abrirse nuevamente al amor; no para llenar el vacío emocional de aquello que fue, sino para dar lugar a un nuevo momento en la vida”, aseguran.
Algunos tips
Sí al diálogo: enfocarse siempre en poder mantener un diálogo abierto y sincero respecto a nuestros sentimientos. Fundamental para evitar discusiones sin sentido con la pareja estable que lleven indefectiblemente al fracaso en la relación.
Un café con uno mismo: revisar nuestras prioridades, valorar los esfuerzos que hacemos para entender lo que nos sucede, priorizar lo positivo por sobre lo negativo en esta nueva etapa de la vida.
¡Divertirse!: una escapada de fin de semana renueva las energías. Hacer cosas nuevas, como tomar una clase de rock o asistir a un taller literario genera un movimiento diferente no solo en la rutina sino también desde la neurobiología, generando nuevas conexiones neuronales y retrasando el deterioro cognitivo.
Ser independientes: mantener un espacio propio, se esté o no en pareja. Salidas con amigos, el taller de arte en la semana, el gimnasio, el partido de fútbol, etc. Si no los hay, se sugiere buscar hobbies, actividades, amigos y deportes que permitan disfrutar de un tiempo individual para permitirse tener ese espacio como individuos autónomos.
Ver la realidad: no centrarse sólo en lo que falla en nosotros mismos, el cuerpo ya no es el mismo, ni la energía ni las motivaciones, pero estar atentos a lo que sí se puede hacer es clave para poder seguir adelante y siendo realistas con las expectativas.
El sexo, definitivamente, mejora el estado de ánimo, levanta la autoestima y permite una conexión íntima y profunda con nuestra pareja, aunque sea una pareja eventual. Tener en claro que después de los 50 años el cuerpo no reacciona de la misma manera, que una mujer posiblemente pre o post menopáusica necesite más tiempo para lograr lubricarse (y en caso de no lograrlo permitirse utilizar un lubricante), y que el hombre puede necesitar más tiempo para lograr una erección o para recuperarse después de un encuentro sexual, pueden dar una mirada realista a la fantasía del sexo apasionado que se tenía a los 20 años.
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